viernes, 26 de noviembre de 2010

~Hands~

Yay!! *-* Y como soy una psicópata feliz (?) porque la gente me lee y dice cosas bonitas, a falta de uno, subo DOS drabbles!!! La parte mala es que cualquier otra cosa me queda "por escribir" esto es lo último escrito/tanscripto que tengo... pero las ideas no se agotan, y ya que pasen los exámenes me abocaré a la escritura, yeah!!

Este mini mini drabble [poco más de 300 palabras] está basado en un hecho real... sí!! Viva yo y mi obsesión por la verosimilitud!! xD Resulta ser que el 10 de julio los niños estuvieron en cierto programa al que siempre los invitan a jugar, promocionando el JUMP No.1 y eso... Y en el juego sucedió lo que relato en el primer párrafo. Por supuesto, aquí el video ^^ En 2:30 sucede el hecho (?)

Ya, los dejo con sus dos minutos de lectura ligera. Las dedicatorias son las mismas de siempre... y este es MÁS inocente y MÁS rosa que los anteriores... sí!! Eso es posible!! xxDDD CUIDADO!! Leer los dos drabbles seguidos puede provocar una sobredosis de azúcar... sistah lo comprobó LOL

Douzo!! ^__^


Hands


Yuuto, Yamada y Chinen caminaban de regreso a casa, luego de la grabación del Osama no Brunch. Hey!Say!7 había ganado el juego, como siempre, y el dato anecdótico de esa emisión era que Yamada y Chinen se habían golpeado mutuamente al tratar de alcanzar el pulsador.


Los tres iban hablando de tonterías sin sentido, hasta que al llegar a una esquina, el más alto se detuvo.


  • Bueno, chicos, hoy me voy por aquí – ante los rostros confundidos de sus amigos, Yuuto se sonrojó y bajó la cabeza, hablando bajito. – Es que quedé con Kaori... ya saben...

Los otros no pudieron evitar reír un poco por los nervios del chico, pero luego de disculparse le desearon suerte y lo dejaron marchar, siguiendo su propio camino en silencio.


Chinen miró su mano izquierda. A decir verdad ya ni siquiera sentía molestia, pero incluso ese choque accidental con la mano del mayor se había sentido tan... cálido... Miró a su acompañante disimuladamente, y enseguida desvió la vista.


Yamada venía perdido en sus propios pensamientos cuando notó un cosquilleo en la palma de su mano derecha, viendo que aquello que lo provocaba eran las puntas de los dedos de su compañero.


  • ¿Te hice daño? – preguntó éste suavemente, rozando con delicadeza la mano del mayor.

  • Claro que no, apenas si lo sentí... – respondió con el mismo tono suave y calmado. – ¿Tu mano está bien? – interrogó, devolviéndole la caricia.

  • Sí, ya no duele... – hizo una pausa. – Tú nunca podrías lastimarme, Yama-chan...


Se dedicaron apenas un tímido reojo y, sonriendo al tiempo que sus mejillas tomaban un ligero tono rosado, entrelazaron sus dedos, y siguieron caminando así, sin decir nada.


Sí... quizá eran demasiado jóvenes para entenderlo... quizá aún no estaban listos... pero les gustaba, se sentía bien... y aquel cálido contacto era demasiado agradable como para querer separarse.



~Fin~


Ojalá les haya gustado n_n Comments are love~ ♥


La Casa del Lago

Hola hola!! Sí, aquí yo de nuevo, luego de mucho tiempo para publicar, en esta oportunidad, un drabble ^^ La pareja es la misma, y el género, aun mas fluff xD

El título es por la película homónima, un romance en una paradoja espacio-temporal (?) Protagonizada por Keanu Reeves y Sandra Bullock. Mi lado rosa, el que escribe este tipo de fics, ama esa película. No sé, es linda LOL Resulta ser que la noche anterior la encontré en la tv y luego se me ocurrió esta historia... a la mañana siguiente, con pocas horas de sueño y viajando en colectivo con mi hermana xD

Por si no la vieron, les dejo el argumento ;)

Y aquí el video de la escena final, a partir de 3:00 más o menos *-*

Como siempre, dedicatorias:

- Flancito: como dije, todos mis fics de HSJ dedicados a ti, por hacer lo mismo con los tuyos y conmigo ^o^ Y porque ahora estamos haciendo un rol YamaChii/InooDai/HikaBu/lalala xD

- Sistah: beta como siempre... también la persona a quien le conté la historia antes de escribirla... aunque me digas que te dan diabetes mis cuentitos azucarados, te quiero ♥

- Yukkissa: Yukki~nee~chan!! Apenas te conozco, pero me hiciste muy feliz con tu comentario anterior, y diciéndome que te gustó mucho mi otro fic... por eso te lo dedico *O*

En fin, aquí mi pequeño terroncito de azúcar n_nU

Douzo!! ^__^

La Casa del Lago


  • ¡Yama-chan! Nee, nee, ¿quieres venir a casa? – Ryosuke estaba juntando sus cosas cuando sintió un tirón en su manga, y al voltear se encontró con la brillante sonrisa de Chinen.

  • ¿Ah? Pero pensaba estudiar para...

  • No tenemos examen sino hasta el lunes, estudiaremos el fin de semana... Hay una película que quiero ver, pero no me gusta si estoy solo, y no hay nadie en casa... ¡Di que sí! – el menor le dedicó su mejor mirada implorante, y Yamada no pudo negarse. Con un suspiro accedió.

Lo cierto es que le daba algo de miedo quedarse a solas con Chinen, y más desde que habían comenzado su reciente “noviazgo”... si así se podía llamar a aquella relación tan inocente, que apenas incluía unos cuantos besos castos, caricias tímidas y miradas cómplices. Se dejó llevar, buscando cualquier tema de conversación para disimular su nerviosismo.


  • Chii, ¿qué clase de película es? No será d-de fa-fa... fan...


El más bajito no pudo contener la risa ante la cara de horror del otro. Sabía que le aterraban los fantasmas, y aunque le resultaba bastante divertido, no era tan cruel como para hacerle ver algo que temía tanto.


  • No te preocupes, solo es una linda historia de amor... – sonrió soñador, pero el mayor bufó, alegando que las películas románticas eran tonto cuentos de hadas, absolutamente irreales. Yuri le sacó la lengua.

  • Tendrás que aguantarte, porque resulta ser que tu novio es una niña fantasiosa y cree que eres su príncipe azul.


Ryosuke se quedó de piedra, y su compañero, sonriendo triunfal, dio media vuelta retomando la marcha. El mayor aún no se habituaba a la idea, pero Chinen, al contrario, no tenía pelos en la lengua para hablar de esas cosas... de hecho, parecía disfrutar el dejarlo mudo.


Luego de unos segundos reaccionó y apuró el paso para alcanzar al menor, que con una sonrisa tímida buscó su mano con la propia. Con las mejllas coloradas y sonriendo de igual forma, Yamada entrelazó sus dedos, y continuaron su camino en silencio.


Al llegar, el dueño de casa preparó la merienda con una rapidez sorprendente y la sirvió en la mesita de centro, sentándose junto a su invitado luego de poner la película en el reproductor. Dejó caer la cabeza en el hombro del otro, riendo bajito, mientras la historia empezaba.


La tarde transcurrió tranquilamente, y aquel que se había quejado del romance se pasó llorando no menos de la mitad del film... Chinen trataba de ocultar su risa, porque le encantaba que su “Yama-chan” fuera tan sensible y no se molestara en disimularlo. Todo le fascinaba en él: sus habilidades para en canto y la actuación, su gracia natural para bailar, la simplicidad con que podía pasar de una performance en la que se veía muy kakkoii a ser el chico más kawaii sobre la Tierra... Ryosuke Yamada era sencillamente perfecto, y tenerlo a su lado, lo único necesario para ser feliz.


Al fin, la escena final. Los protagonistas lograban encontrarse y lo celebraban con un beso apasionado. A Chinen le brillaban los ojos, mientras su compañero se mostraba más emocionado que antes. Empezaron a pasar los créditos, Yamada suspiró secando sus lágrimas y el menor susurró, para no romper la atmósfera:


  • ¿Sabes, Ryo-chan? Ya había visto esta película antes. Más de una vez.

  • ¿Ah, sí? – fue todo lo que atinó a responder el aludido, en el mismo tono. No tenía idea de por qué su compañero habría visto el film varias veces, pero sabía que si lo comentaba no era porque sí. Esperó que prosiguiera.

  • Ajá... La primera vez, al ver el final, pensé: “¡Cómo me gustaría que el amor de mi vida me besara así!”. Pero en ese momento todavía no lo había encontrado... – bajó aun más el volumen de su voz – … o quizá, más bien, es que no me daba cuenta...


Rehuyó la vista, sonrojado, y continuó.


  • La segunda vez ya sabía quién quería que me besara.. pero estaba convencido de que no correspondía mis sentimientos.


Suspiró, cerrando los ojos un segundo, pensando las palabras correctas. Ryosuke lo miraba apenas, guardando silencio. Chinen volvió a hablar, con más seguridad.


  • Y esta es la tercera vez – apretó levemente la mano de Yamada, buscando su mirada. Se notaba nervioso, pero decidido. – Tengo a la persona que amo a mi lado... solo me falta mi beso.

Su expresión se volvió casi suplicante, y con ese color en sus mejillas se veía tan adorable... El mayor suavemente se acercó, y acarició su rostro antes de cerrar los ojos y sellar los labios del otro con los propios. Los movió despacio, con algo de torpeza en un principio... Cuando el menor entreabrió la boca, permitió que sus lenguas se encontraran, acariciándose y reconociéndose... Chinen le pasó los brazos en torno al cuello, mientras Yamada enredaba los dedos en su cabello, profundizando el contacto... Luego de unos momentos se separaron, con las respiraciones algo alteradas, las mejillas totalmente rojas y sonrisas tímidas. Para liberar tensión, el más pequeño rompió el silencio.


  • Wow... Keaunu Reeves no debe besar así ni en sueños... ¡Muérete de envidia, Sandra Bullock! – bromeó, recibiendo un golpe cariñoso del mayor.

  • ¡Baka! – lo abrazó, y ambos rieron, felices, y más seguros que nunca.

Definitivamente, su amor sería para siempre, en su propio cuento de hadas.


~Fin~


Espero que les haya gustado!! *-* Sus comentarios serán bien recibidos, animan, y las críticas constructivas ayudan a mejorar!! ^^


lunes, 20 de septiembre de 2010

Mi Primer Beso

Y así comienza la vida de este blog!! Con un fic fluff, rosado, cursi, empalagoso... obviamente... YamaChii!! xD Sí, los que me conocen saben que AMO esta pareja sobre toodas las cosas *-* Este fic lo escribí hace un tiempo, pero me daba flojera tipearlo, por eso recién ahora lo subo ^^U

A ver, dedicatorias y comentarios:

- A Flannii, porque ella empezó a escribir YamaChii porque sabe que me gusta, y siempre me dedica sus works *-*

- A sistah [Akane por estos lares], por ser mi beta~reader, inspirarme y compartirme su imaginación ;-)

- A Kumi *-* KumKum, mi caramelo, por escribir un YamaChii y dedicármelo, y por instarme a terminar este ^^U

- A Lilith, porque su fic me dio más ganas cuando estaba haciendo el mío, y me dijo que quería publicarlo luego o.o

- A todo el que lo lea y comente... arigatou!! n____n

Vale aclarar: el detalle del móvil de Yamada es un HECHO REAL... tengo una obsesión por la verosimilitud, y por lo general hay videos que son disparadores de muy buenos fics ^^


NOTA: supongan que Yama~chan lleva siempre un pijama en la mochila (?) xD

La itálica son pensamientos de Chinen

Bueno, sin más, os dejo con el fic...

Enjoy it!! ^__^


Mi Primer Beso


- Así que, ya sabes, no andes solo hasta tarde, cierra bien puertas y ventanas, y pórtate bien. ¡Te queremos, bye bye!

Otra vez las mismas recomendaciones de siempre. Chinen Yuri estaba cansado de que, cada vez que sus padres salían por unos días, le dejaran mil y un consejos que ya sabía de memoria. La única diferencia es que esta vez no agregaban el “no pelees con tu hermana”… La chica había decidido pasar ese fin de semana “en casa de una amiga”… aunque a él no lo engañaba, eso era una pantalla para no decir que saldría con su nuevo novio. De cualquier modo, poco le importaba.

Disimulando su hastío por el sermón clásico, dibujó una adorable sonrisa para sus padres y los despidió. Cuando salieron volvió a cambiar la cara, casi estaba de mal humor. Subió a su cuarto.

Videojuegos: ya lo aburrían, había ganado todos suficientes veces como para jugarlos con los ojos cerrados. TV: nunca había nada bueno, a no ser que Arashi se presentara en algún programa, pero no esa tarde. No tenía trabajo… pero tampoco podía llamar a sus amigos, porque ellos sí: les tocaba su programa en vivo, “ShowaXHeisei”, aquel que le hacía envidiar a Ryutaro por pasar más tiempo con Yuto y… Yamada. En realidad, especialmente con Yamada… No podía precisar cuándo el compañerismo se había convertido en amistad, y mucho menos cuándo eso había dado paso a un sentimiento más fuerte, intenso y especial… Quizá solo tardó en notarlo, y había sido amor a primera vista… aunque el mayor no sintiera lo mismo… él ya no podía evitarlo.

Más allá de eso, cualquiera pensaría que un chico de quince años con la casa para él solo sería el más feliz del mundo… pero ahí estaba Chinen, echado en su cama y haciendo rebotar una pelota contra el techo de su habitación, mientras su “mejor amigo” andaba demasiado ocupado para hacerle compañía.

Un segundo. Una idea. La pelota golpeó contra el techo y le dio en la cara, pero apenas lo notó, mientras una misteriosa sonrisa se formaba en su rostro. Se sentó de golpe, mirando su reloj, y se puso de pie de un salto: aún estaba a tiempo. Corrió al baño, se arregló un poco y salió de su casa enseguida, apenas recordando fijarse que todo quedara bien cerrado.

Una vez fuera emprendió la carrera, aunque correr no se le daba muy bien… pero su “plan” le daba ánimos.

Como no tengo nada mejor que hacer, apareceré en el estudio. Todos me conocen, así que no tendré problemas para entrar, y me quedaré mirando el programa. Cuando acabe invitaré a los chicos a tomar un helado. Seguramente Yuuto alegará que debe estudiar, Ryu tiene que volver temprano a casa… así que iré solo con Yama-chan, ¡yosh!

Una cuadra antes de llegar a destino frenó su marcha, caminando más lento, para pasar la agitación y que no se notara cómo había corrido… de todos modos, era temprano.

Al ver a lo lejos al guardia de seguridad en la puerta del canal cerró los ojos suavemente, respiró profundo y dibujó su mejor sonrisa. Se acercó, saludó al hombre cortésmente y entró, dirigiéndose rápidamente al estudio que correspondía.

Sabía lo que le esperaba dentro, así que sin borrar su sonrisa perfecta ingresó. Un amplio staff de vestuaristas, maquilladores, estilistas (en su mayoría mujeres), camarógrafos, asesores, productores, directores, y hasta personal del canal cuya función era un misterio para él… Esquivando gente trató de avanzar, saludándolos a todos educadamente y escuchando, cada vez que pasaba junto a un grupito de chicas, un “kawaii~”… Aunque estaba muy acostumbrado, sus voces chillonas y el hecho de que lo trataran como si tuviera cinco años podían ser una verdadera molestia.

Finalmente alcanzó la zona de camarines, y se acercó a la puerta, abriéndola apenas para espiar dentro. Yamada estaba arreglándose para salir, ya casi listo… y solo. Desde su posición no lo vería aparecer, así que con mucho cuidado abrió la puerta lo suficiente para poder pasar, y sigilosamente se aproximó al mayor, colgándose de su cuello y besándolo en la mejilla.

- ¡CHINEN! ¡¿Qué haces aquí?! – gritó Yamada, un poco por la sorpresa y el susto, y otro poco por los nervios, al tener al pequeño tan cerca. ¿Por qué siempre tenía que ser tan… efusivo?

Sin soltarse, el menor curvó los labios en un adorable puchero, permitiendo que el otro lo viera en el espejo, hablando con dulzura cerca de su oído.

- ¿Qué pasa, Yama-chan? ¿No te alegra verme?

Antes de recibir una respuesta, una tercera voz los interrumpió.

- Ryo-chan, ya tenemos que… ¿Chii? – Yuuto había entrado, seguido por Ryutaro, porque era hora de salir. Yamada aprovechó la distracción para quitarse a Chinen de encima. Éste suspiró y luego sonrió a los recién llegados.

- ¡Hola, Yuuto, Ryu! Estaba aburrido en casa y decidí venir a visitarlos. ¡Prometo quedarme detrás de cámaras y portarme bien!

Miró a Yuuto con una expresión suplicante: si él aceptaba, los otros no objetarían nada… Su amigo sonrió con resignación.

- No veo problema, en tanto te quedes quieto…

- ¡Arigatou! – con una sonrisa radiante lo abrazó, a lo que el más alto respondió revolviéndole en cabello. Ryutaro intervino.

- Yamada, veníamos a buscarte porque ya está todo listo para comenzar el programa… ¿Ikou ka?

- Hai… ikou… – respondió el aludido, algo desganado. No era que la presencia de Chinen le desagradara precisamente, pero tenía un mal presentimiento…

Al ver pasar a Yamada con cara de circunstancia se extrañó, para luego volver a dibujar un puchero, ¿tanto le molestaba que estuviese allí? Suspirando salió tras ellos, cerrando la puerta y yendo detrás de cámaras. Les hizo una seña de aprobación levantando el pulgar y guiñándoles un ojo, sentándose a esperar que el programa diera comienzo.

La transmisión empezó sin problemas y transcurrió normalmente. En los cortes comerciales, además de los asistentes que arreglaban cualquier falla, Chinen se acercaba a ellos para hacerles comentarios. Luego de un par de bloques el mayor se veía mucho más distendido y feliz, e incluso le sonreía a su amigo cuando se aproximaba. El pequeño disfrutaba viéndolo así, porque lo que más amaba de su compañero era su sonrisa.

- ¡Chicos, va muy bien! Es más divertido verlo desde aquí.

- Gracias, Chii – respondió Yuuto, volviendo a despeinarlo.

- Yama-chan, ahora sigue tu móvil, ¿cierto? – preguntó Ryutaro.

- Ah, sí, creo que es ahora…

- ¿Are? ¿Móvil de qué? – interrogó Chinen, curioso.

- Bueno…

No recibió respuesta porque ya debían reanudar el programa, así que corrió a su sitio, pero notó que Yamada se había puesto un poco nervioso… ¿De qué trataría el dichoso móvil?

Cuando lo presentaron comprendió: el chico debía preguntarle a la gente, en una encuesta por la calle, a qué edad y dónde habían tenido su primer beso. Pero cuál fue la sorpresa de Chinen cuando una señora le devolvió la pregunta a Ryosuke… y su amigo, riendo avergonzado, dijo que aún no había besado a nadie… La expresión de asombro del menor fue rápidamente reemplazada por una sonrisa misteriosa, al tiempo que una idea tomaba forma en su mente.

Desde ese momento y hasta el final del programa no dejó de mirar a Yamada, hasta que el mayor llegó a sentirse incómodo. Salieron los cuatro juntos del estudio, y Chinen propuso con una radiante sonrisa:

- Nee, ¿por qué no vamos a tomar un helado?

- No puedo, mamá me pidió que regresara pronto – se excusó el menor del grupo.

- Yo tampoco, tengo que estudiar… ya saben… – suspiró Yuuto. Los demás asintieron: era de público conocimiento que su madre era muy estricta.

- ¿Tú qué dices, Yama-chan? – volvió a emplear su expresión suplicante, para que el mayor no pudiera negarse.

Él, sin entender muy bien por qué, se puso nervioso ante la perspectiva de quedarse a solas con el pequeño, pero finamente accedió. No había nada de malo en un simple helado, ¿cierto?

Se despidieron de los otros, que iban a tomar el autobús, y se encaminaron a la heladería más cercana. Yamada pidió fresa y Chinen vainilla, como siempre. Se sentaron en una banca a tomarlo, y permanecieron en silencio hasta que el mayor, al notar que su compañero no dejaba de mirarlo, alzó las cejas y preguntó:

- ¿Pasa algo, Chinen?

- No, no es nada, solo pensaba en lo genial que habías estado en el programa y con tu móvil. ¡Eres el mejor, Yama-chan!

No pudo evitar abrazarlo de nuevo, haciendo que se sonrojara y tratara de alejarse, muy avergonzado. El menor se separó casi enseguida para que no se molestara, sonriendo a modo de disculpa, y volvieron a quedar en silencio, hasta que decidió hablar.

- Nee, Yama-chan… – el aludido murmuró “¿un?”, para darle a entender que lo escuchaba. – Etto… estoy solo en casa, ¿sabes? Papá y mamá salieron de viaje por unos días, y nee-san se quedará en lo de una amiga… y, bueno… me preguntaba si… ¿no quieres quedarte a dormir conmigo hoy?

Al darse cuenta de lo que podía interpretarse por “dormir conmigo” se sonrojó violentamente, pero trató de disimularlo al ver que el otro no lo había notado.

- ¿Quedarme en tu casa…? No lo sé, yo…

- ¡Por favor! ¡No me gusta quedarme solo! – rogó con un puchero. – ¡Te prepararé una cena deliciosa! Y luego podemos ver películas hasta cansarnos, comer dulces hasta que nos duela el estómago, jugar videojuegos… ¡lo que queramos! ¡Di que sí!

Con los ojos brillantes volvió a suplicarle, pero sin querer se había acercado demasiado a él, hasta quedar a escasos centímetros de su rostro. El mayor desvió la mirada, muy sonrojado, y apenas susurró:

- Si lo pones así… no puedo decirte que no – le regaló una pequeña sonrisa de lado, resignado. Aunque a veces lo intentara, negarle algo a su pequeño amigo le resultaba imposible.

Chinen sonrió radiante, se puso de pie y lo tomó de la mano, casi echando a correr. Yamada estuvo a punto de caer, pero logró evitarlo y, riendo, se dejó llevar, a pesar de que la calidez de la pequeña mano que jalaba de él lo hacía sentir extraño…

Entre risas y juegos llegaron a la casa del menor. Al entrar estuvo a punto de decir “Tadaima~”, pero recordó que no había nadie. Cerró la puerta tras ambos y condujo a Yamada a la sala, sentándose en el sofá.

- Nee, ¿qué quieres para cenar?

- Ah, lo que sea está bien…

- ¡Dime algo! – hizo un puchero. – ¡Quiero cocinar un platillo especial para Yama-chan!

Sonrió tiernamente, y el mayor volvió a sentirse extraño… ¡¿qué le estaba pasando?! ¿Por qué esas actitudes tan comunes en Chinen le causaban un impacto tan peculiar? Apartando esos pensamientos le devolvió la sonrisa, con algo de timidez.

- No sé para qué preguntas, al cabo que conoces mis gustos mejor que yo…

Poniéndose súbitamente serio, el menor golpeó con su puño la palma de su otra mano, como si hubiera hecho un gran descubrimiento. Asintió enfáticamente y corrió a la cocina, dejando a Yamada bastante confundido e inmóvil por unos segundos, hasta que el sonido de su celular le obligó a reaccionar. Era su madre, algo preocupada porque su niño no daba señales de vida… Se disculpó y le pidió permiso para quedarse en casa de Chinen, a lo que la mujer accedió de muy buena gana, aparentemente encantada con la idea. Luego encendió la TV e hizo zapping por un rato, hasta que su nariz percibió un agradable aroma proveniente de la cocina. Apagando el televisor fue hacia allí.

- Chii, ¿necesitas ayud---

- ¡NO ENTRES! – sin dejarle terminar la frase, el menor se había interpuesto en su camino, impidiéndole el paso… y casi matándolo de un infarto. – ¡Arruinarás la sorpresa! Falta poquito…

- O-ok, espero aquí… – tratando de recuperar el aliento, Yamada volvió hacia el comedor, buscando en un armario vasos y hashi para ambos, acomodándolos en la mesa y sentándose.

Mientras, Chinen corría de un lado a otro de la cocina. Pensando en los gustos de su compañero había decidido hacer algo de carne asada, lo que se le daba relativamente bien, pero el problema era con qué acompañarlo. La verdura preferida de Yamada era la que él más aborrecía: berenjena. Pero solo quería complacerlo… así que se aguantaría, comería solo carne y se esforzaría. En una sartén colocó una cebolla picada con un poco de aceite, y un momento después añadió las berenjenas cortadas en rodajas. Frunció la nariz ante el olor, lo detestaba, pero lo soportaría. Esperó a que estuviera listo, rezando porque los condimentos estuvieran bien, ya que no lo probaría por nada en el mundo, y sirvió.

- ¡Yama-chaaaan! ¡Cierra los ojos!

Con una gran sonrisa salió con dos platos y los colocó en la mesa, sentándose en su sitio.

- ¡Ya puedes mirar!

Cuando el mayor observó la comida sus ojos brillaron. Si el aroma le había agradado, el aspecto era aun mejor, y Chinen era buen cocinero, así que seguramente sabía bien.

- ¡Ya, ya, pruébalo! ¡Itadakimasu! – sin comenzar, esperó que el mayor diera su veredicto antes de probar él mismo la comida.

Yamada se llevó un trozo de carne a la boca y probó las verduras para luego mirar la expresión ilusionada de Chinen, que lo hizo sonreír como idiota. Haciendo con las manos el gesto de “ok” terminó ese primer bocado.

- ¡Está delicioso! ¡Eres un gran cocinero, Chii! – el simple hecho de que le llamara así arrancó una sonrisa radiante del menor, además de su suspiro aliviado al saber que su plato estaba bueno.

En ese momento Ryosuke notó que su amigo solo tenía carne en su porción, pero antes de preguntar recordó: Chinen odiaba las berenjenas. ¿O sea que había soportado ese olor que tanto detestaba... solo para hacerlo feliz? Le dio tanta ternura… Esos pequeños gestos de su amigo lo hacían realmente adorable, y eran lo que más le gustaba de él… ¡UN MINUTO! ¿¡Qué cosas estaba pensando!? Ok, coincidía con todo el mundo en que Chinen era muy lindo y dulce, aunque sus pensamientos distaran mucho de ser tiernos e inocentes, y al conocerlo se llegaba a la conclusión de que era un demonio con cara de ángel… pero de ahí a pensar en él en los términos que usaría con una chica bonita había un LARGO trecho, y una barrera que no pretendía cruzar.

- Yama-chan… regresa… – el menor trataba de llamar su atención y hacerlo volver a la Tierra. El aludido meneó la cabeza efusivamente, cerrando los ojos con fuerza e intentando alejar aquellas ideas extrañas. – ¿En qué pensabas? – Chinen entrecerró los ojos, mirándolo con sospecha… y al notar cómo se le subían los colores a la cara, fingió horrorizarse. – ¡Pervertido! ¡Ese sonrojo te delata! ¡Quién sabe qué cosas raras te estabas imaginando!

- ¡N-no es cierto! ¡No pensaba nada raro!

El pequeño rió al ver cómo su compañero inflaba los mofletes con expresión de enfado… si había algo que en verdad lo divertía, eso era molestar a Yamada.

- Ma, ma… terminemos de comer y luego veamos una película, ¿ne?

Mientras cocinaba, Chinen había calculado todo para que su noche fuera perfecta. Tenía varias películas de terror, y a su amigo le aterraban los fantasmas, así que allí contaba con una oportunidad excelente para al menos tomar su mano… y mantenerlo despierto un buen rato, ya que le costaría dormirse por el miedo. Luego irían a su cuarto, dejarían una lámpara encendida para no estar completamente a oscuras (otro miedo del mayor) y hablarían de cualquier cosa hasta que el sueño les ganara… y el más pequeño aprovecharía para hacerle un par de preguntas que no lo dejaban en paz.

Después de recoger los trastos, mientras los lavaba, le pidió a Yamada que sacara una bolsa de dulces, indicándole una de las alacenas. Él rió al encontrarla: Chinen tendría que ponerse de puntillas para alcanzarla. Su risilla no pasó desapercibida por el menor, que le sacó la lengua y le echó la espuma que llevaba en las manos, murmurando entre dientes: “¡Yama-chan baka!” y frunciendo los labios. Nuevamente sin darse cuenta, el otro se encontró intentando controlar la tentación de borrar esa mueca, y no precisamente disculpándose o haciéndole reír…

Al terminar de lavar el menor tomó la bolsa y fue hacia el living. La dejó en la mesita de centro y revisó entre las películas. Los títulos eran muy malos, y de seguro los argumentos dejaban mucho que desear… pero podían resultar entretenidas en otro sentido, así que escogió la que parecía más aterradora y encendió el DVD. Tomando el control remoto fue donde Yamada, que ya se había acomodado en el sillón, y se sentó a su lado, dejando caer la cabeza sobre su hombro, arrancando una leve risita de él, quien se sonrojó al pensar que era una situación bastante romántica. Eso cambió ni bien empezó la película, porque desde las primeras escenas ya era shockeante. Pegando un grito se abrazó a Chinen por acto reflejo, ante lo que el pequeño solo sonrió y correspondió su abrazo.

Era muy gracioso que Yamada se asustara tanto, por lo que el menor tenía que aguantar la risa y fingir que también tenía miedo, aunque eso le costaba frente a las expresiones de terror de su amigo. De cualquier modo, fue la mejor película de toda su vida, para Chinen: Yamada había pasado las dos horas de duración abrazándolo muy fuerte…

Cuando terminó, el mayor suspiró aliviado, y recién entonces se percató de cómo aferraba a Chinen… y lo cerca que estaban sus rostros… como si fueran a… Sonrojándose violentamente se alejó, desviando la vista. El menor escondió una mueca de decepción con una risita divertida.

- Fue bueno mientras duró. ¿ne? – ante la cara de desconcierto del mayor solo sonrió y, sin dejarle replicar, se marchó a preparar el cuarto.

Yamada, encogiéndose de hombros, tomó sus cosas y fue al baño a cambiarse. Al pasar frente a la puerta de la habitación que Chinen compartía con su hermana vio dos futones armados, y a él, con el torso desnudo, buscando en los cajones del armario un pijama. Sin darse cuenta, se encontró mirando fijamente el pequeño cuerpo de su amigo, admirando su piel clara y pensando en lo suave que debería ser al tacto…

Ok, ya estaba delirando. Una cosa era pensar que Chinen era tierno o lindo, y otra muy distinta… no se atrevía ni a elegir una palabra para definir aquello. Corrió al baño, azotando la puerta al entrar, y se acuclilló contra ella, cerrando los ojos con fuerza y tomándose la cabeza con ambas manos. No comprendía, no podía entender, no tenía sentido… pero, sobre todo, no quería aceptar que estaba sintiendo por el menor algo nuevo, que era muy distinto a la amistad fraternal de siempre. No era posible, a él le gustaban las chicas… y Chinen no era una chica… pero, entonces…

La realidad era… miedo. Admitir que su forma de verlo había cambiado trastocaba todos sus principios e ideas, lo llenaba de dudas y lo asustaba mucho. No siquiera sabía cómo o cuándo había pasado, pero esa sonrisa tierna y esa personalidad ambigua que eran naturales en su “amigo” habían conquistado su corazón. Pero si no lo aceptaba era, además de por cobardía, porque… ¿qué pasaría si Chinen no lo comprendía o, simplemente, lo rechazaba? Era lo más probable… y su amistad era demasiado importante para él, le aterraba la idea que, de saberlo, el otro se alejara, y ya no volviera a regalarle sus radiantes sonrisas y sus abrazos cálidos que, a pesar de ponerlo nervioso, le hacían tanto bien…

Le habían entrado unas enormes ganas de llorar. De repente, pasar la noche en casa de Chinen no parecía una buena idea… aunque ya era muy tarde, y le había dicho que se quedaría, no podía irse sin más. Su suave voz, al otro lado de la puerta, lo trajo de vuelta.

- Yama-chan, ¿estás bien? Te estás tardando mucho…

- ¡S-sí, enseguida salgo!

Se cambió rápidamente, concentrándose. Solo tenía que actuar lo más normalmente posible, rogando porque Chinen no notara nada. Dormirían, al día siguiente se iría temprano, y en adelante tendría que disimular cada día, así muriera por dentro. Por algo siempre tenía papeles importantes en los doramas, ¿cierto? No podía hacer nada, aunque su vida se convirtiera en un verdadero drama para él.

Al salir, el menor estaba de pie frente a la puerta, ya vestido y frotándose los ojos con expresión somnolienta. ¡Dios, qué ganas tenía de abrazarlo! Respirando hondo se apartó, cediéndole el paso, y fue a la habitación.

La cara de Yamada era un poema, pero en verdad le preocupó. Casi podía ver la lucha interna en su cerebro, que se translucía por su expresión confundida. Ya era raro que hubiera golpeado la puerta de ese modo, y ahora se veía muy incómodo. Claramente, la tonta película no tenía nada que ver… ¿qué era lo que tenía mal a su amigo?

Suspiró y se lavó los dientes. Antes de regresar al cuarto le regaló al espejo una sonrisa suave, porque si no el otro preferiría interrogarlo a él antes que ocuparse de sí mismo, y al parecer ya tenía cosas en que pensar. Aun así, no pensaba quedarse con las dudas que lo aquejaban desde la tarde. Lo sentía mucho por Ryosuke, pero no podría escapar a su interrogatorio… porque cuando Chinen Yuuri se proponía algo, no existía nada que pudiera detenerlo.

Volvió a la habitación tarareando despreocupadamente “Happiness” de Arashi, pero se detuvo antes de entrar. Yamada ya se había acostado, y fingía estar dormido. Su expresión era tan dulce y angelical que tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para no saltarle encima. En silencio pasó por su lado, con cuidado, recostándose en el futón libre, de lado, apoyando un codo sobre la almohada para sostenerse y observar con detenimiento el rostro tranquilo y hermoso del mayor. Luego de unos minutos éste abrió los ojos, sonrojándose al ver el modo en que Chinen lo miraba.

- ¿Chii…? ¿Nani?

- Betsuni… oyasumi, Yama-chan… – se estiró hasta él, dejándole un rápido beso en la mejilla, y luego le dio la espalda.

El mayor se quedó estático ante su gesto, y ladeó la cabeza sin entender cuando le dio las buenas noches. Estaba seguro de que el otro empezaría con comentarios del tipo: “¡Nee, Yama-chan, no tengo sueño, juguemos a algo!”, pero su actitud lo desconcertó completamente. Se quedó viéndole unos segundos, pero al notar que ni siquiera se movía más allá de su respiración pausada, optó por pensar que estaba muy cansado y se volvió hacia el otro lado.

Contrario a lo que Yamada creía, Chinen no podía ni siquiera mantener los ojos cerrados. Su mente y su corazón eran un caos, y no lograba tranquilizarse. Su amigo se había estado comportando muy extraño, sonrojándose más de lo habitual y poniéndose nervioso por cosas que ya eran normales. Y lo confundía. ¿Qué tal si se había percatado de lo que sentía? Y si era eso, ¿qué pasaría entonces? ¿Se alejaría de él, lo rechazaría indirectamente? No creía poder soportar su indiferencia… Se mordió los labios para contener las lágrimas que amenazaban con salir.

La situación ya se le hacía insoportable. Estirando las mangas del pijama se frotó los ojos frenéticamente para luego sentarse en el futón, clavando la vista en la espalda de su compañero.

- Nee… Yama-chan… – le llamó con un tímido susurro. – ¿Puedo… hacerte una pregunta?

El mayor estaba a punto de dormirse cuando le oyó… y dudó en responder, porque sus propias ideas confusas le hacían temer, no imaginaba lo que querría su amigo. ¡Claro, lo había notado! Se había dado cuenta de lo raro que estaba, seguramente, así que tendría que inventar algo convincente, y rápido.

Volteó con lentitud, para ver a Chinen sentado de lado, abrazando sus rodillas y mirándolo con timidez. Contuvo las ganas de abrazarlo, nuevamente, liberando un suspiro. Se sentó frente a él. Si lo sabía, no podía huir, debía ser valiente y enfrentarlo, aunque el resultado fuera doloroso.

- Claro, sabes que puedes preguntarme lo que sea…

Se obligó a buscar su mirada, pero era el menor quien la rehuía, aumentando su preocupación. ¿Tan nervioso lo ponía aquello que quería preguntar?

Cuando al fin lo vio a los ojos, Chinen sintió que las palabras se atoraban en su garganta sin poder salir. Lo que en verdad deseaba saber… no, no podía arruinar así las cosas. Se negaba a poner en riesgo su amistad, aunque le lastimaba que fuera nada más que eso… Optó por algo más liviano, para salir del paso, pero lo bastante personal y vergonzoso como para que su amigo no pudiera retrucarle y responder con otra pregunta.

- Anou, sobre… lo que dijiste hoy… Yama-chan, ¿es cierto que todavía no diste tu primer beso?

Al escucharlo, el mayor quedó en shock. Sus falsas expectativas se esfumaron, y no supo si sentirse aliviado por eso o escandalizarse por la pregunta. Sintió cómo se ruborizaba, y dudó antes de responder.

- ¡CHINEN!

- No grites, solo me da curiosidad… pero, por tu reacción, parece que no estabas mintiendo… – una sonrisa maliciosa se apareció en su rostro. Había conseguido su objetivo… y por eso podía permitirse saborear el triunfo, disfrutando los nervios del mayor.

Yamada miró a su amigo con mala cara, solo a él se le podía ocurrir molestarlo con algo así. Desvió la vista, molesto, y respondió apenas murmurando.

- No, nunca besé a nadie… ¿y qué? ¿Acaso tú sí? – intentó retrucarle, esperando avergonzarlo también. Pero el menor, con absoluta calma, se encogió de hombros y negó con la cabeza.

- No, tampoco… Taka-chan lo intentó varias veces desde que nos conocemos… pero siempre me niego, je… ¡Me da risa que te pongas así, es una tontería!

Ese comentario lo shockeó un poco, aunque no le extrañó. Takaki siempre había demostrado interés por el pequeño, y siempre andaban jugando, pero sin llegar a nada. Ahora reconocía como celos el hecho de que esos jueguitos a veces le molestaran tanto… y envidia por Takaki, porque era lo bastante valiente para decir lo que sentía sin importarle nada. Eso sin contar que, más allá de lo que dijeran todos, el mayor le parecía mucho más sexy y atractivo de lo que él mismo podía llegar a ser, por lo que jamás se atrevería a competir con él en ese tipo de cosas…

- ¿Y ahora en qué te quedaste pensando? – Chinen movía una mano frente a su cara, intentando que le hiciera caso.

- No es nada, solo… olvídalo, no tiene importancia.

- Como quieras… ¡Nee, Yama-chan! Ya se me quitó el sueño, jeje… – con rapidez gateó sobre los futones, hasta lograr que sus rostros quedaran a escasos centímetros. Sonriendo con malicia susurró casi sobre los labios de su compañero. – ¿Por qué no probamos?

Si antes se había quedado en shock, no se comparaba con aquello. Sintió que no podía moverse, ni siquiera era capaz de articular palabra para fingir que no entendía a qué se refería. Chinen amenazaba con eliminar la distancia entre ellos… y aunque el mayor realmente quería probar sus labios, parecía que su amigo solo estaba jugando. Él no quería un juego.

Trató de apartarse y desviar la vista, pero el menor no se lo permitió, tomándolo por el mentón, entrecerrando los ojos. En el último instante Yamada logró reaccionar y separarse de Chinen, empujándolo con fuerza, haciendo que cayera hacia atrás, y huyendo hasta el extremo opuesto del futón.

- ¿¡QUÉ CREES QUE HACES?!

El pequeño puso los ojos en blanco e hizo una mueca, para indicar lo tonta que era esa pregunta.

- ¿No es obvio? Como somos amigos y ninguno besó a nadie antes, pensaba hacerlo. Para practicar nada más, ¿o quieres pasar vergüenza frente a la primera chica que beses?

Si esa es la única manera en que puedo conseguir un beso tuyo, no me importa que para ti sea solo un juego…

- ¡Estás completamente loco! – exclamó, sonrojado a más no poder, pero evidentemente enojado. ­– ¡Quizá a ti te de igual, pero para mí mi primer beso es algo importante! – las circunstancias no tenían relevancia, no quería que jugar con sus sentimientos. – ¡Tiene que ser con aquella persona a quien ame de verdad, y sabiendo que me corresponde! ¡No quiero que solo sea un… – se interrumpió al ver a su amigo. El menor lo miraba fijamente, casi con odio, pero con los ojos llenos de lágrimas. No estaba solo molesto, sino también dolido. Había metido la pata.

- Yamada Ryosuke – murmuró Chinen sin tonalidad en la voz, aunque eso era peor que un grito. – … eres un completo y absoluto idiota.

- Chinen, yo… – no sabía muy bien qué decirle, no acababa de comprender su reacción. Había hablado sin pensar, diciendo cosas que en realidad no sentía… o, más bien, sí… pero esa persona de la que hablaba era el mismo chico al que recién había despreciado. – Lo sien---

- ¡NO ME DIGAS QUE LO SIENTES! – explotó el menor. – ¡Si en verdad lo sintieras no serías tan cruel! – su voz amenazaba con quebrarse, y la ira desapareció de sus ojos para dar paso solo a la tristeza. – ¿En serio crees que no me importa? ¿Piensas que besaría a cualquiera por “practicar”? – susurró, con la voz temblorosa, y las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. – ¡Mírame, maldita sea! – espetó cuando Yamada bajó la cabeza, sintiéndose el peor al verle llorar. Chinen tenía razón, no había tenido la menor consideración. Egoístamente, solo había pensado en sí mismo y sus propios sentimientos, sin tener en cuenta a quien tenía enfrente…

- Si así es como me ves… en verdad no entiendes nada – su voz era apenas un hilillo, pero continuó. – Para mí también, mi primer beso significa algo… – respiró profundo, tratando de darle fuerza a sus palabras, y clavando su mirada en los ojos de Yamada – por eso quiero que sea contigo. Te amo, Yama-chan.

Yamada dejó de respirar, seguro de que su corazón se había detenido por un momento. Miró al menor a los ojos, completamente aturdido, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Estaba soñando, ¿cierto? No era posible que Chinen hubiera dicho… no, no era lógico que lo amara. Simplemente no podía ser. Apenas un rato antes había decidido callar sus propios sentimientos, y ahora él le venía con esto. Se pellizcó, haciendo una mueca ante el dolor… era real. La tensión era tal que resultaba difícil respirar, la situación era muy incómoda, y Yamada no sabía que hacer. Entonces vio que su amigo bajaba la cabeza, tratando de ahogar su llanto.

Oyó cómo reprimía un sollozo, y no lo soportó más. Sin pensarlo dos veces lo abrazó con fuerza, estrechándolo contra su pecho. En un principio, Chinen trató de resistirse un poco, pero finalmente rompió a llorar, aferrándose al mayor. No entendía por qué él lo estaba abrazando, pero lo necesitaba… aunque, seguramente, esa era su manera de pedirle disculpas… por no poder corresponder sus sentimientos. Su llanto se volvió más amargo al predecir el inminente rechazo. Contuvo la respiración cuando escuchó que Yamada inspiraba profundo, disponiéndose a hablar.

- Sé que no quieres que te pida perdón… – comenzó el chico, en un susurro apenas audible, pero lo bastante para que la cercanía permitiera escucharle – pero, créeme, si hay algo que siento de verdad es haber hablado sin pensar, no haberte tenido en cuenta… – hizo una pausa, buscando las palabras.

No tenía muy claro lo que sentía en ese instante. Por un lado, el hecho de que Chinen le quisiera como él era lo mejor que podía pasarle en la vida; pero, después de su rechazo anterior, ¿el menor le creería?

Chinen, ante su silencio, creyó que no diría más, por lo que intentó soltarse. Quería correr a encerrarse en otro cuarto y llorar solo… ya era tarde para fingir que todo era una broma, ni siquiera Yamada era tan ingenuo como para creerlo. Pero en cuanto trató de alejarse, el mayor volvió a impedírselo. En cambio, lo tomó por los hombros, separándolo un poco, pero sin soltarlo. El pequeño pudo ver, en un rápido reojo, que su amigo mantenía la cabeza gacha y se mordía el labio inferior, como si le costara expresar lo que quería. Esperó unos segundos, en los que logró controlar sus lágrimas, y entonces el mayor volvió a tomar la palabra, suspirando.

- Aunque, en realidad, lo que más lamento es que soy un idiota por no comprender, sino hasta hace un rato, lo que me está pasando contigo… Tus gestos, tus abrazos, tu alegría, tu picardía, tu efusividad… Hace tiempo que no te veo como un amigo o un hermano menor. No sé cuándo ni cómo pasó, pero no puedo ni siquiera imaginar cómo sería mi vida si no te tuviera a mi lado… – a medida que hablaba, su rostro se iba poniendo más y más rojo, al tiempo que el corazón del pequeño se aceleraba y sus ojos se abrían como platos, más sorprendido que nunca en su vida. El mayor se obligó a levantar la vista, y Chinen lo imitó, con una expresión anhelante… quería oírlo. Tomando aire una vez más, Yamada cerró los ojos un instante y, tratando de mantener un tono firme de voz, pronunció las palabras que el menor siempre había deseado escuchar de sus labios. – Chii… no, Yuuri… te amo.

Los ojos de Chinen volvieron a llenarse de lágrimas, pero con un signo completamente distinto. Aunque hubiera soñado ese momento miles de veces, nunca creyó que se haría realidad. Abrió la boca para hablar, pero el mayor lo silenció poniendo dos dedos sobre sus labios, negando con la cabeza. Limpió los rastros de lágrimas en el rostro del más pequeño con sus dedos, para acabar acariciando su mejilla. Y luego, con lentitud y algo de miedo, entrecerró los ojos y se acercó más, hasta posar sus labios sobre los de su compañero, en un tímido roce. Chinen le pasó los brazos en torno al cuello, comenzando con un beso quizá algo torpe e incluso inocente, pero extremadamente dulce. Bastaron un par de segundos para que el menor se atreviera a abrir levemente la boca, permitiendo que sus lenguas se encontraran, jugando y reconociéndose…

El mayor, demasiado aturdido para pensar, solo se dejó llevar. Rodeando la cintura de Chinen lo apegó a sí. Un sinfín de sensaciones se entremezclaban en él, provocadas por esos labios suaves y dulces, sumándole la calidez de aquellos pequeños brazos alrededor de su cuello…

Y Chinen… estaba en las nubes. Aquello era mucho mejor que sus sueños, y la certeza de que era real hacía que su corazón palpitara enloquecido, amenazando con salírsele del pecho.

Se separaron cuando el aire se volvió necesario, pero unieron sus frentes y, luego de unos segundos, abrieron los ojos, mirándose fijamente. Ambos estaban sonrojados y algo avergonzados… pero no se arrepentían en absoluto. El menor dibujó la sonrisa más hermosa del mundo, y Yamada hizo lo mismo, acariciando su mejilla suavemente. Las palabras sobraban… Se miraron un momento más antes de fundirse en un tierno abrazo. Chinen fue el primero en hablar.

- Ryosuke… gracias…

- Baka, eso no se agradece… – Yamada rió bajito, y luego susurró en su oído. – No te atrevas a alejarte de mí, ¿ok?

- ¿Cómo se te ocurre? Tampoco puedo vivir sin ti… – buscó su mano para cruzar sus meñiques – ¡Yakusoku! – rió infantilmente y luego entrelazó sus dedos, apretando la mano del mayor suavemente. Se separó un poco para darle un beso rápido, y volvió a abrazarlo.

Siguieron tonteando otro rato, entre risas y besos, ya mucho más relajados, hasta que finalmente se durmieron, uno muy cerca del otro, con las manos unidas. Había sido un día agotador para ambos… pero, también… el mejor día de sus vidas.

FIN


Espero que les haya gustado!! ^^ Se agradecen sus comentarios, animan mucho *-*